¿Qué nos está pasando?

Inadaptados arrancaron y dañaron las placas que recordaban al estudiante asesinado en Salto

Doble dolor.
Doble dolor.

La muerte de un hijo es uno de los dolores más grandes que una madre puede atravesar; un dolor que seguirá estando allí más allá del paso del tiempo. De eso puede dar fe Liliana Cabral, madre del estudiante Rubén Ramírez, asesinado en el año  2014.

Al dolor de haber perdido a su hijo como consecuencia de una inseguridad que reinaba en aquel entonces, a Liliana se le sumó, este lunes, la angustia de ver cómo unos inadaptados habían arrancado y dañado las placas que recordaban a su hija.

Se trata de las que habían sido  colocadas en el parque ubicado en el barrio Pancho Sierra, a pocas cuadras del lugar en el que el joven fue ultimado por delincuentes que intentaron robarle su teléfono celular.

A través de su cuenta de Facebook, Liliana compartió un crudo posteo, con imágenes que dan cuenta de los daños, y que dejan de manifiesto sus sensaciones.

MENSAJE DE LILIANA

Todos los días, desde hace casi ocho años, siento la ausencia de mi hijo, y cada día que paso por la calle Pancho Sierra,  que es mi paso obligado, miro hacia el parquecito que nosotros denominamos “ el parque de Rubén”. Desde la calle sólo alcanzo a ver las placas que, con mucho esfuerzo y cariño, hicimos con sus compañeros, docentes y la colaboración de muchas personas. Verlas me da siempre un poco de Paz, saber que su nombre está en algún lugar, por ejemplo en ese parque que lo vio crecer.

El dia viernes pasé y miré como cada vez que paso. Sin embargo, para mi sorpresa no pude ver las placas y pensé: "capaz pasé muy rápido, capaz algo tapó mi visión". Hoy me animé, bajé del auto y entré, porque para llegar al parquecito hay que adentrarse  50 metros hacia el corazón de la manzana y no podía creer lo que veía; ambas placas habían sido arrancadas, sí, arrancadas, porque ambas contaban con tornillos y pegamento, imposible que se hayan caído solas. Una de las placas, que tenía plasmada la letra de una canción, no estaba, ya que no la encontré.  La otra, de metal, que tenía la frase "Que el sonido de tu risa no se apague y se sienta en la alegría de los niños”, la fecha y el nombre de Rubén Ramírez, la encontré doblada y tirada a unos metros del lugar en el que estaba atornillada.

El parque ya no es un parque, ya no tiene bancos, ni mesas, esas que con tanto esfuerzo pintamos hace unos años con los amigos de RUBEN, ya no hay juegos, en una palabra ya no queda nada del parque que vio crecer a RUBEN. La pared que con  tanto trabajo y cariño pintamos, hoy, se encuentra con grafitis y nombres borrosos.

Hoy sentimos una tristeza inmensa, debimos guardar la placa en el interior del monolito, bajo llave.

Hoy nos preguntamos y me pregunto como mamá de un ángel … ¿Qué nos está pasando como sociedad? ¿Qué no estamos haciendo o qué estamos haciendo mal, para que inadaptados cometan semejante daño?, porque más allá del daño material, es el daño emocional que me provocan, y nos provocan. Hoy el dolor vuelve a aflorar.

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